Descripción
En la gris y opresiva San Petersburgo del siglo XIX, un estudiante llamado Rodion Románovich Raskolnikov se encuentra en una situación límite, tanto económica como emocionalmente. Encerrado en una buhardilla, sin recursos ni motivación, abandona la universidad y comienza a gestar una teoría que lo obsesiona: ciertas personas excepcionales tienen el derecho e incluso la obligación de traspasar los límites morales impuestos por la sociedad si ello implica lograr un bien superior.
Rodion, influenciado por lecturas filosóficas y convicciones utilitaristas, se convence de que la anciana prestamista Aliona Ivanovna es un parásito social, una figura que solo causa sufrimiento a quienes acuden a ella desesperadamente por dinero. En su mente, eliminarla significaría librar al mundo de una fuente de miseria y al mismo tiempo obtener los medios para iniciar una nueva vida dedicada al bien común. Esta racionalización lo lleva a tramar un asesinato que él mismo justifica como un acto “necesario”.
Después de varios días de reflexión intensa y perturbadora, ejecuta su plan. Engaña a Aliona con una excusa para entrar a su departamento y la asesina brutalmente con un hacha. Sin embargo, no anticipa la llegada de Lizaveta, hermana de la víctima, una mujer dócil e inocente que lo descubre en pleno crimen. Sin tiempo para escapar ni posibilidad de ser identificado, decide matarla también. Este segundo asesinato, completamente involuntario según su lógica inicial, marca el inicio de su desmoronamiento psicológico.
Tras el doble homicidio, Rodion no huye, sino que permanece en la ciudad, abrumado por el miedo, la fiebre y el remordimiento. Su comportamiento se vuelve errático, delira, se aísla, y cae en un estado de semiconsciencia durante días. Sus amigos y familiares, preocupados, lo visitan, mientras él oscila entre el deseo de confesar y el impulso de mantenerse firme en su silencio.
La situación se complica con la llegada de Porfirio Petrovich, un comisario astuto que comienza a sospechar del joven sin pruebas directas. Porfirio lo interroga con ironía, lanzándole insinuaciones y preguntas cargadas de doble sentido, buscando provocar una reacción emocional que revele su culpabilidad. Rodion, cada vez más paranoico, se obsesiona con el comisario, aunque Porfirio se muestra más interesado en comprender al criminal que en castigarlo sin redención.
En medio de este torbellino psicológico aparece Sonia Marmeládova, hija de un alcohólico arruinado y madre sustituta de sus hermanos menores. Para sostener a su familia, ha sido obligada a prostituirse, pero conserva una espiritualidad profunda y una fe inquebrantable. Sonia y Rodion entablan una relación compleja, basada en la confianza mutua, la compasión y la búsqueda de sentido frente al dolor. Él se siente atraído por su fuerza moral y su capacidad de sacrificio.
Confesando primero ante Sonia, Rodion se derrumba. No lo hace por presión externa, sino por una necesidad interior de purificación. Sonia, lejos de juzgarlo, lo insta a redimirse a través de la verdad, el sufrimiento y el amor. Ella lo acompaña al confesarse ante Dunia, su hermana, quien también lo enfrenta con ternura y desesperación. Finalmente, tras una lucha interna larga y dolorosa, Rodion se entrega voluntariamente.
Durante el juicio, sus motivos no son revelados con claridad. La sentencia es más leve de lo esperado: ocho años de trabajos forzados en Siberia. Sonia abandona todo para seguirlo, visita el presidio con regularidad y se convierte en su única conexión con el mundo exterior. Al principio, Raskolnikov no experimenta arrepentimiento real; sigue sintiendo que su crimen fue un error técnico más que una inmoralidad. Sin embargo, a través del tiempo y del contacto constante con Sonia, empieza a cambiar.
El relato termina con una nota de esperanza: Rodion, aún preso, comienza a despertar a una nueva comprensión de la vida, el sufrimiento, la humildad y la capacidad de amar. El castigo físico ha sido solo una parte de su expiación; el verdadero proceso de transformación ocurre en lo profundo de su conciencia.
Ángel José –
Una lectura intensa que desgarra las fibras más íntimas del alma humana. Retratos psicológicos penetrantes se despliegan con brutal honestidad. Cada página confronta dilemas éticos con crudeza demoledora. El protagonista, desgarrado entre orgullo y culpa, arrastra al lector a abismos existenciales. La narrativa empuja hacia reflexiones que no permiten evasión fácil. En medio de la pobreza, surge un debate sobre justicia y redención que permanece vigente. A medida que avanza la historia, crece la sensación de encierro espiritual. Dostoievski no ofrece consuelo, sino verdad desnuda y feroz. Finalizado el libro, queda una inquietud latente imposible de ignorar.