Nació el 9 de noviembre de 1818 en Oriol, en el seno de una familia aristocrática. Su madre, Varvara Petrovna Lutovinova, era una mujer dominante, de carácter tiránico; su padre, Serguéi Turguénev, un militar de buen porte pero sin gran fortuna. La infancia del joven Iván transcurrió en la finca familiar de Spásskoye-Lutovinovo, un entorno rural que marcaría profundamente su sensibilidad literaria. Allí observó la vida de los campesinos y los abusos del sistema feudal, temas que más tarde plasmaría con compasión y realismo.
Cursó estudios en la Universidad de Moscú y luego en la de San Petersburgo, donde se graduó en filología y filosofía. En 1840 viajó a Berlín para continuar su formación. Alemania fue clave: allí conoció el idealismo hegeliano y las corrientes liberales europeas, que encenderían su fe en la educación, el progreso y la razón.
Primeros pasos literarios
Su debut literario fue poético, con la colección Ensayos y cuentos (1843), aunque su talento floreció en la prosa. El verdadero reconocimiento llegó con la publicación del relato Diario de un hombre superfluo (1850), en el que retrató a una generación de jóvenes cultos e idealistas, incapaces de actuar en una sociedad rígida. Este arquetipo del hombre superfluo se volvería central en la literatura rusa posterior.
Pero su consagración llegó con Relatos de un cazador (1852), una serie de relatos basados en sus experiencias en el campo ruso. Estas piezas, publicadas primero en revistas, retratan la vida de los siervos con una humanidad inédita. La obra impresionó incluso al zar Alejandro II y contribuyó a crear el clima de opinión que llevaría, pocos años después, a la abolición de la servidumbre (1861).
Conflictos y exilio
Turguénev no fue un revolucionario, pero sí un liberal convencido. Su actitud crítica frente al autoritarismo y su espíritu cosmopolita lo enfrentaron a las autoridades y a los sectores conservadores de la intelectualidad rusa. En 1852 fue encarcelado brevemente por publicar un elogio a su amigo Gógol, cuya obra había sido censurada.
A partir de entonces vivió largas temporadas en Europa occidental, especialmente en Baden-Baden y París, donde se convirtió en un puente entre la literatura rusa y la europea. En París trabó amistad con Gustave Flaubert, Émile Zola, George Sand y Guy de Maupassant, entre otros. También mantuvo una estrecha relación profunda, compleja y casi obsesiva con la famosa cantante Pauline Viardot, a quien acompañó hasta su muerte.
La madurez: novelas del alma y del tiempo
Entre 1850 y 1880, Turguénev escribió una serie de novelas que retratan la evolución del pensamiento y las tensiones sociales de la Rusia moderna. Entre ellas destacan:
- Rudin (1856) – Primera gran novela ideológica de Turguénev. Presenta al intelectual incapaz de actuar, símbolo de una generación perdida.
 - Nido de nobles (1859) – Tal vez su obra más lírica. Un retrato melancólico del amor imposible y de la decadencia de la nobleza rusa.
 - En vísperas (1860) – Una mirada al despertar del idealismo y las corrientes revolucionarias previas a los cambios sociales.
 - Padres e hijos (1862) – Su obra más célebre. Introduce la figura del nihilista Bazárov, un personaje que encarna el choque entre el racionalismo moderno y los valores tradicionales. La novela causó un enorme debate político y filosófico en toda Rusia.
 - Humo (1867) y Suelo virgen (1877) – En ellas profundiza en la desilusión del liberalismo y el vacío de las nuevas ideologías.
 
El estilo de Iván Turguénev combina la precisión realista con un tono poético, sobrio y contenido. A diferencia de Lev Tolstói o Fiódor Dostoievski, evita los extremos morales o religiosos, prefiriendo el matiz, la observación psicológica y la sensibilidad.
Últimos años y legado
En sus últimos años, Turguénev vivió sobre todo en Francia. Continuó escribiendo cuentos, artículos y correspondencia, manteniendo su papel de embajador cultural entre Rusia y Europa. Su salud fue decayendo hasta que, en 1883, murió en Bougival, cerca de París, tras una larga enfermedad. Sus restos fueron trasladados a San Petersburgo, donde fue enterrado con honores.
Influencia y valoración
Iván Turguénev fue el "más europeo" de los escritores rusos de su generación y, a la vez, uno de los más profundamente rusos. Su mirada compasiva sobre el campesinado, su elegancia estilística y su análisis de las tensiones morales de su tiempo lo convierten en una figura esencial del realismo universal.
Flaubert lo admiraba por su "claridad cristalina"; Henry James lo consideró un modelo de sutileza narrativa; y para los lectores modernos sigue siendo un autor que invita a reflexionar sobre la identidad, la pérdida y la esperanza.